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sábado, 20 de febrero de 2010

La Mujer Colonial

La realidad de la época condicionó diferentes tipos de mujeres. Lo común entre ellas fue que la sociedad colonial le negaba una serie de derechos, razón por la cual la mayoría tuvo como único rol el trabajo doméstico y el cuidado de los niños. En este ámbito debían asumir diferentes responsabilidades, llevando a cabo tareas manuales propias del mantenimiento del hogar y velar por la conducta de los hijos. También llevaron a cabo otras tareas que variaban de acuerdo con grupo étnico y social al que pertenecían:

1.- Mujeres Aristocráticas:
Era común que se casaran antes de los 20 años para que tuvieran muchos hijos. Algunas se ocupaban de la administración de pequeñas tiendas, como propietarias o atendiendo los establecimientos de sus cónyuges. Muchas viudas administraban las haciendas.


2.- Mujeres Mestizas:
Su situación fue variada; muchas lograron casarse o formar en las haciendas un hogar estable. Otras debieron asumir solas la maternidad, y emprendieron como trabajadoras ambulantes o atendiendo las chinganas (fondas). Otra se vincularon al servicio doméstico en casa de españoles y criollos.


3.- Mujeres Indígenas:
Una parte de las mujeres indígenas logró formar un hogar con españoles o criollos, pero en su mayoría hicieron familias con hombres mapuches. Algunas optaron por integrarse al modo de vida español, pero la mayoría intentó mantener sus tradiciones y modo de vida.


4.- Mujeres Esclavas:
La situación de las mujeres negras fue de una constante vejación. A los abusos patronales se sumaba el hecho de que sus hijos podían ser vendidos. Esto hizo que muchas optaran por tener el menor número de hijos.


LAS MUJERES RELIGIOSAS

Así como las órdenes religiosas masculinas se dedicaron a las misiones y a la educación, desarrollando una activa labor en la sociedad, los conventos religiosos femeninos acogían la vida contemplativa, de oración, aisladas del mundo terrenal. 


A la vida religiosa se incorporaron muchas mujeres, las cuales, junto con servir a Dios, pudieron aprender a leer, escribir y recibir instrucción en latín, música, teología y nociones básicas de matemática.

No solo las jóvenes tomaban los hábitos, sino que con frecuencia, las viudas después de educar a sus hijos entraban al convento. Para ingresar al convento, tanto jóvenes como mujeres mayores debían pagar una dote, que aseguraba su sustento y manutención.


La mujer colonial

“Las mujeres estaban primero, bajo el control del padre y después, bajo el del marido. Esta situación no significaba, sin embargo, un sometimiento total al hombre. La esposa, como madre, después de la muerte de su marido, ejercía la patria potestad sobre los hijos.

Después del matrimonio, la mujer necesitaba el consentimiento legal de su marido para realizar cualquier actividad (compras, ventas, participación en sociedades, etc.). Una vez que le era concedido el permiso, la mujer tenía completa libertad para actuar”.

Fuente: Bethell, L. Historia de América Latina.
Tomo IV, (2009). Barcelona: Editorial Teide.

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